El 8 de marzo, desde Documenta alzamos la voz por una justicia verdaderamente incluyente y nos unimos en la marcha a familiares de personas privadas de la libertad.
No podemos hablar de derechos de las mujeres sin reconocer las múltiples desigualdades que enfrentan mujeres con discapacidad, mujeres privadas de la libertad y aquellas que, fuera de prisión, cargan con la responsabilidad de los cuidados y la lucha por la libertad y dignidad de sus familiares presos.
Ellas viven una doble o triple exclusión: por ser mujeres, por su situación de discapacidad, por estar privadas de la libertad o por sostener familias desde el abandono institucional.
Recordamos que la lucha es colectiva y que no estará completa hasta que todas las voces sean escuchadas y todos los derechos garantizados.