Personas en psiquiátricos y “granjas” en el olvido

Hace un par de años tuve la oportunidad de visitar un psiquiátrico casi a las afueras de la ciudad de México, uno de aquellos lugares al cual se les conocía como “granjas”, al llegar me encontré con un lugar que distaba mucho de parecer un hospital: grandes espacios con hierbas y tierra, algunos edificios bastante descuidados, el desgaste de los pisos y las paredes lo hacía ver sumamente sucio.

Hace unos meses regresé, nos comentaron que hubo una mayor inversión en las instalaciones, se construyó toda un ala nueva, edificios reservados para la consulta externa, entre otros arreglos, podíamos dividir ahora la instalación, de un lado lo viejo y por otro aquellos edificios nuevos.

Uno pensaría que esta inversión se vería reflejada en las condiciones de vida de las personas internas, sin embargo, al llegar al área de las denominadas “crónicas” (la cual abarca casi la totalidad de las personas en esta institución) me di cuenta que las cosas no habían cambiado desde la primera visita que hice.

Una habitación dividida en 2 secciones, con 15 camas en cada una (aproximadamente), algunas de ellas marcadas con los nombres de las personas, pero fuera de este dato no hay distinción de espacios, no hay nada que les sea propio, no hay señas de particularidad, una cama de tubos, con una colchoneta, tan solo unas sábanas para cubrirse y unos pocos objetos que cargan consigo a donde vayan.

¿Quiénes viven aquí? Casi todas son personas mayores, quienes como herencia del modelo de la Castañeda, han vivido casi todas sus vidas dentro de una institución, muchas han perdido habilidades de comunicación, la posibilidad de relacionarse con otras personas fuera de la institución, han pasado tantos años que no se sabe su nombre real, estas condiciones no por causa de una discapacidad, o de alguna condición social, sino que son efecto de tantos años de encierro.

Muchas de estas personas no llevan ropa, la mayoría tiene una higiene muy deficiente, la mayoría lleva el cabello corto, casi rapado, visten con un pants y una sudadera azul, pocas tienen zapatos (el argumento es que los han perdido o les incomodan y se los han quitado), realmente se pierde la singularidad de cada persona.

¿Qué propuestas hay? ¿Se les considera para los proyectos de inclusión? ¿Qué ocurre con quienes han permanecido tanto tiempo dentro de una institución? Todo tratamiento se ha sustentado en la medicación, no hay ningún apoyo de tipo social, no hay propuestas de trabajo, ¿Cómo entran estas personas en las nuevas propuestas de Salud Mental? ¿O es que acaso estas personas ya no son consideradas dignas de recibir derechos?

Aquellas personas son el resultado de un modelo caduco y deficiente, son víctimas de una condición sobre la cual no tienen decisión, son víctimas del envejecimiento y de una discapacidad psicosocial, se les ha relegado a un punto de quedar en el olvido.

2 comentarios
  1. Lety Dice:

    Hace 18 años yo trabajaba con la Sra Virginia Gonzalez Torres y me tocó una etapa en donde se estaba luchando mejorar las condiciones de vida de las personas que estaban en estos hospitales los que recuerdo Samuel Ramírez, sayago, Nieto y Ocaranza, en ellos se comenzó a implementar un modelo de reinserción a la sociedad, se hicieron talleres ocupacionales y algunas viviendas dentro de los hospitales, otras en el pueblo donde podían vivir quienes estuvieran más recuperados, también haciamos paseos al pueblo cercano los viernes para q compraran lo que les gustará con el dinero q ganaban en los talleres ocupacionales…fue muy bonito…por tu reportaje creo que no funcionó?

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  2. Karla Reyes Dice:

    Tristemente es real todo lo que se plantea en este escrito, soy psicologa egresada de FES Zaragoza y en mis practicas tuve la oportunidad de acudir por un día a una de estas “granjas” quedando con un alto nivel de asombro al ser testigo de la calidad inhumana en la que viven las personas. El leer cada parrafo de este articulo fué como transportarme justo a ese momento hace un par de años en el que viví esa horrible experiencia al darme cuenta que efectivamente existen muchas personas a las que se les excluye de absolutamente todos sus derechos acabando justamente en el olvido.

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